El proyecto Restauración de Anidación de Tortugas Marinas en el Litoral Andaluz representa la apuesta más importante de la Junta de Andalucía para la salvación de la tortuga boba y solucionar el problema de las plagas de medusas que sufre la costa. Sin embargo, la medida se ha encontrado de frente con la oposición de buena parte de la comunidad científica, que rechaza la anidación artificial de la especie.
El proyecto, resultado de un convenio de colaboración entre la Consejería de Medio Ambiente y el Consejo Superior de Investigaciones Científicas, tiene como objetivo estimar si las playas andaluzas son idóneas para la anidación de tortugas. La directora del Proyecto y directora del Parque Natural de Cabo de Gata-Níjar, Rosa María Mendoza, asegura que “se ha considerado que en la vertiente mediterránea la región óptima es el área de Cabo de Gata-Níjar y, en la atlántica, el Parque Nacional de Doñana posee las características más adecuadas”. Hasta el momento, se han seleccionado algunas zonas de Almería, Málaga y Huelva. La primera prueba experimental de anidación artificial se llevará a cabo en el Parque Natural de Cabo de Gata y supondrá el traslado de 500 huevos transportados desde Cabo Verde, la única colonia anidante del Atlántico oriental. La tortuga caretta caretta, conocida como tortuga boba, es una especie considerada en peligro de extinción en todo el mundo, según los valores de la Unión Mundial para la Naturaleza. Se reparte entre aguas tropicales y subtropicales de todos los océanos y se caracteriza por realizar grandes migraciones. Ésta es una de las razones por la que algunos científicos cuestionan la capacidad de esta especie para acabar con la plaga de medusas que sufren las costas andaluzas. En opinión de Rosa María Mendoza, “las tortugas bobas son un control biológico efectivo para la reducción de medusas”. Sin embargo, la Fundación para la Conservación y Recuperación de Animales Marinos (CRAM) defiende que el problema de las medusas tiene una dimensión global y tiene su origen en la unión de varios factores. El investigador de la Estación Biológica de Doñana y responsable del proyecto, Adolfo Marco, afirma que, aunque el estudio sobre la incidencia de la tortuga boba en la reducción de plagas de medusas no ha finalizado, “hay indicios para decir que pueden contribuir, aunque no resolverán el problema”. En referencia a las causas de la alta mortalidad de las tortugas bobas, el presidente del CRAM, Ferrán Alegre asegura que “la política del uso del litoral y el régimen pesquero, así como los caladeros, son los factores que provocan la merma en la población de estas tortugas. El problema es que no es rentable actuar sobre estas actividades, por eso se buscan soluciones sin fundamento científico”. Se ha calculado que 10.000 tortugas juveniles mueren en las costas andaluzas, víctimas de las redes de pesca. Marco admite que “hay que actuar sobre los efectos de la pesca en esta especie, pero sin rechazar otras alternativas”. Una crítica extendida en la comunidad científica responde a los resultados de estudios que certifican que, debido a las dificultades que se encuentran en el mar, de cada 2.000 huevos de tortuga boba sólo una llegará a adulta. Por ello, el investigador responsable del proyecto afirma que “se estudia el número de huevos necesarios”. Por otra parte, el presidente de la Sociedad Española de Cetáceos, Ricardo Sagarmínaga, advierte “que se corre el peligro de que cada Ayuntamiento pida ejemplares”. Algo que reconoce Marco. “Algunos Consistorios ya los han solicitado, pero la Junta no se lo va a permitir”, afirma el investigador. La Consejería de Medio Ambiente resalta los buenos resultados del primer traslado de huevos de tortuga boba desde Cabo Verde a Andalucía. Para la directora del proyecto, más allá de las medusas, “es una garantía de conservación de la propia especie”.