Parece que el verano espera a las hogueras de San Juan y a las vacaciones escolares para quedar “oficialmente inaugurado”. Pues bien, con una temperatura fantástica, con el vientecillo de levante que hace que el calor sea llevadero y que el agua de la mar esté calentita, con El Parque precioso, como siempre, es la estación de las lunas naranjas, los amaneceres sobre el mar, y la luz cegadora que nos deja ver colores inusuales al amanecer y el atardecer. El verano ha empezado.
Disfruta del Parque, todo está preparado para que lo hagas. Cuida de él como si de un hijo se tratara, para que los hijos de tus hijos puedan un día disfrutar de tanta belleza, nadar en un ricón del Mediterráneo lleno de vida y sin contaminar, andar por caminos limpios que parecen de otra época, sorprender a un buho-chico esperando a la vuelta de un sendero, disfrutar de los lugares donde aún se puede extender la vista y no encontrar nada creado por el hombre.
Respeta las normas, no salgas de los senderos, las dunas “vivas” no son toboganes, no llenes los valles de polvo por ir a más velocidad de la permitida, aprovecha para ver el paisaje, no hay prisa.
Informaté de las posibilidades de ocio que te ofrece este espacio privilegiado, centros de interpretación, jardín botánico, exposiciones, paseos, cine, literatura…
Cuidaté, protegeté del sol, elige las horas más frescas para caminar, lleva siempre agua para beber y cubreté la cabeza al mediodía. Por lo demás el animal más peligroso del Parque es el hombre.
(Por cierto, eso me recuerda al magnífico fotógrafo Bernard Plossu, que siempre decía que El Parque se es como Mexico pero “sin balaseras ni animales venenosos”
