A la vuelta de Los Genoveses paramos en El Palmar y nos sorprendieron con unas tapas que creíamos que ya no existían en la zona. Después de la arena y la sal al fín nos refrescamos con unas cervecitas y, para nuestra sorpresa, empezaron a salir unas tapitas de la cocina que nos alegraron el regreso de la playa: boqueroncitos de Almería, gambitas y calamares a la plancha nos dejaron un recuerdo que nos hizo volver por la noche ya frescos y aseados, pero ya no había tapas, aunque no nos importó porque acabábamos de cenar y aprovechamos para tomar una copa en la terraza. De paso nos enteramos de que al día siguiente iba un cantaor del Barranquete y claro, al día siguiente allí estábamos, nuestra última noche de vacaciones no se nos ha olvidado.
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