Una horrible construcción ha robado su nombre a una playa y esperamos que pronto le sea devuelto
Todavía recordamos cuando compartimos en www.parquenatural.com la primera campaña de recogida de firmas de Green Peace contra la construcción en la Playa de El Algarrobico. Aún y tristemente hay quien defiende esta mole ilegal, algunas personas acuciadas por la crisis y el sueño de un trabajo a corto plazo y -sobre todo- una gran mayoría por ignorancia o intereses particulares.
Lo cierto es que una foto de “la pirámide”, como llaman al monstruoso atentado urbanístico los personajes de Miguel Naveros en la gran novela “Al Calor del Día”, ocupa la sala central del Museo de Ciencias de Madrid como ejemplo del mayor atentado a la biodiversidad del siglo XXI en Europa.
Ha llovido mucho desde entonces y el trabajo de Salvemos Mojacar, Amigos del Parque, Ecologistas en Acción y diversos colectivos, asociaciones y una enorme presión social y mediática, no han tenido fácil que podamos decir ¡adiós al Algarrobico!.
Esta horrible construcción ha robado su nombre a una playa, y esperamos que pronto le sea devuelto. Una playa que albergó ya una ciudad de forma temporal: la réplica de la ciudad jordana Ágaba, formada por unas trescientas casas incluyendo mezquita y edificios oficiales, y construida en cartón piedra para las escenas de la toma de la ciudad en Lawrence de Arabia, en la que participaron más de 400 extras, movilizando a toda la ciudad de Carboneras y alrededores. Ciudades, montajes o decorados que den trabajo y construyan sueños y que después desaparezcan para devolvernos a lo que hoy por hoy sí que es casi un sueño y valorado como tal: las escasas playas vírgenes en el Mediterráneo.
Y hablando de sueños parece que la pesadilla del Hotel en el Algarrobico puede acabar tras 20 pronunciamientos judiciales, que demuestran su ilegalidad ante la pasividad de las administraciones responsables.
Seguimos muy pendientes de lo que acontece en la Playa del Algarrobico porque, aunque hay quien dice que en esta tierra sólo hay “esparto y lagartos resecos” , nos encantan el esparto, los lagartos ocelados, los amaneceres con el sol saliendo sobre el mar, el cielo rojo del atardecer, las estrellas, el silencio interrumpido por el sonido de las olas y el viento, el canto de los pájaros, las sombras de las laderas y las sombras de las nubes, las cascadas de lava, las piedras de colores, los bosques verdes de nuestro mar turquesa, las estrellas de mar, algunas palmeras solitarias, los oasis escondidos, las balsas naturales en la costa caliza, los pequeños barcos de pesca, las y los paseantes, los balates que ordenan el campo y nos reconforta pensar que este espacio único y singular será reconquistado por la cordura.