Aquel coche era el único taxi en la zona en una época en la que pocos vehículos circulaban por estas carreteras secundarias, pistas y caminos sin asfaltar.
Nuestro vecino José Villegas conducía un taxi que llevaba a la gente hasta el autobús de la línea La Isleta – Almería, de “Autocares Bernardo”.
Aquel coche era el único taxi en la zona en una época en la que pocos vehículos circulaban por estas carreteras secundarias, pistas y caminos sin asfaltar.
Era 1.970 y recuerda perfectamente algunos viajes, como aquel día aquel llevó a comer a Guillermo de Escocia hasta Mojacar con sus suegros “todo muy fino”.
El vehículo que utilizaba era un Seat 1430 beige. Todo el mundo que vivía por aquí en aquellos años ha viajado en el taxi de nuestro vecino, a quien visitamos en su pueblo, El Pozo de los Frailes. Nos recibe en su casa donde disfrutamos escuchando cómo eran los viajes y las anécdotas de aquella época del taxi.
Mantuvimos una entrañable conversación durante la que José nos contó cómo era la vida cotidiana, antes de aquellos “tiempos modernos”, una vida enteramente dedicada al trabajo. Ni José ni la empresa Viajes Bernardo conservan ninguna fotografía de aquel taxi, aunque aquella imagen perdura en la memoria colectiva de los habitantes de la zona.
El primer taxi de la zona era un Seat Mil Quinientos cuya licencia municipal fue concedida a
Bernardo Hernández Felices; Posteriormente José Villegas comenzó a trabajar contratado como conductor
y el vehículo que utilizaba para tales servicios en el área era un Seat 1430, que sustituyó al anterior.
Autocares Bernardo fué fundada a finales de los años treinta por D. Bernardo Hernández Felices
y nació para cubrir el servicio regular de viajeros entre la localidad de San José y Almería,
servicio que hoy sigue prestando.
El trabajo de José en su primera juventud, al igual que el de sus vecinas y vecinos, abarcaba desde la recogida de leña o de agua, hasta formar parte de la cadena humana, que de mano en mano, se pasaban las piedras de basalto desde la cantera de El Barronal hasta las barcas que lo trasportaban a un velero; también trabajaban en la extracción de bentonita cerca de Los Escullos, siempre atentos a los “romaneros” que pesaban la mercancía para no ser estafados, o en la recogida del “collo”, el cogollo del Palmito y cogiendo esparto, bajo la atenta mirada del capataz y con las manos casi siempre heridas; cuando llovía no podían coger esparto o collo y recogían tomillo para cambiarlo por un pan de kilo en la Tahona de El Pozo; también “arrimaban el hombro” tirando de la jábega en San José, un arte de red de cerco y tiro utilizada entonces en estas costas.
José Villegas en una foto de su juventud
José nos recibió en su casa junto a su esposa y hablamos largo y tendido, disfrutando de su hospitalidad, su amabilidad y su buen humor mientras escuchábamos el relato sincero y sencillo de una vida intensa, desde la mili, nada menos que en un submarino, hasta las tardes “noviando” en el salón de baile frente a la antigua Herrería de El Pozo. Era el Pozo de los Frailes entonces un pueblo con botica y tienda, salón de baile y herrería, su tahona y la noria, esa preciosa noria de sangre que movía un borrico y que ha tenido su lavadero ocupado hasta acabar el siglo XX por vecinas haciendo su colada.
El autobús que comunicaba estos pueblecitos de la zona con Almería tenía dificultades por algunos caminos, que resultaban inaccesibles para un vehículo grande y de peso, como el camino de La Isleta del Moro. Por ello el principal trabajo de José con el Taxi era llevar a los viajeros hasta el autobús que esperaba “arriba en en la carretera, a las seis estaba en La Isleta porque el autobús salía a las siete”. José también recogía viajeras y viajeros en San José, Los Albaricoques, El Barranquete “y los miércoles en Rodalquilar”. Nunca se dejaba a nadie en tierra y si quedaban plazas libres en el autocar, él se iba en busca de pasajeros; “si había ocho o nueve viajeros e íbamos con la hora pegada yo subía a todos, tres conmigo delante y cuatro o cinco atrás; “una vez que no cabía nadie más subí a un vecino en el camino de Los Escullos en el maletero con los pies afuera”.
José Villegas 2.014
Seguiremos hablando con nuestras vecinas y vecinos, gente del Parque, gente diversa y con especial cariño y agradecimiento a quienes hoy son nuestros mayores y nos ayudan, con su generoso relato, a reconstruir un pasado tan cercano en el tiempo y tan lejano en en la historia, disfrutando con ellas y ellos de un enorme legado: su relato en primera persona de cómo era la vida. Desde www.parquenatural.com: “muchas gracias vecinos”.