Exposición de pintura, fotografía, objetual e instalación

En la Antigüedad, el Mar constituía un lugar sagrado que era habitado por dioses, monstruos, criaturas y toda clase de arquetipos mitológicos que superaban al hombre en fuerza, voluntad y designio. Los Seres humanos surcaban su superficie temerosos de que estos pobladores míticos desatasen su ira contra ellos pero agradecidos de todos los recursos naturales que recibían (alimentos, sal, adornos, etc.). La posibilidad de navegar, comerciar e intercambiar con otros pueblos situados en otras orillas ofreció la oportunidad de salir del aislamiento ideológico y cultural. Pronto se descubrió que el dominio naval permitía la ocasión de establecer supremacías sobre otros pueblos; así, actos como el sometimiento, el saqueo, el expolio, el rapto, la invasión, la esclavitud se convirtieron en prácticas habituales de las civilizaciones. Estos trabajos artísticos que presentamos pretenden configurarse como metáfora del estado de sobreexplotación que sufren actualmente los fondos marinos por una actividad que, tal como se realiza hoy, resulta cruel, devastadora y sin escrúpulos; destruyendo, día a día, toda esperanza para la biodiversidad y el equilibrio ecológico. Este expolio de los recursos marinos, bajo criterios exclusivos de lucro y rentabilidad, es uno de los indicios de que el Ser humano ejerce una destrucción implacable sobre el planeta, generando un entorno inhóspito y estéril, además de sembrar la incertidumbre necesaria para menoscabar toda posibilidad de recuperación. Particularizando, este estado de cosas se revierte visiblemente en la crisis del sector pesquero como una actividad crítica e insostenible no sólo con repercusiones económicas, sociales o medio ambientales, sino también culturales a través de la desaparición de determinadas tradiciones y formas de vida. Hemos puesto un cuidado especial en utilizar símbolos ancestrales de significación universal que fuesen capaces, por sí mismos, de articular un discurso lo más coherente posible. Destacamos: horizonte-mar-creación, captura-muerte, fecundidad-vida, sacrificio-resurrección, trabajo-voluntad y, sobre todo, el pez como símbolo del inconsciente, del ser psíquico, individualizado y sin referencia alguna a la especie a la que pertenece; el acto de pescar, por tanto, equivale a la extracción del inconsciente de los contenidos profundos, de la sabiduría; y la colectividad constituye la esperanza de supervivencia ya que todas las especies encuentran protección en la unión de seres particulares, es decir, en el número o grupo. El pez es el arquetipo de animal de sacrificio, junto con el cordero y el toro, encerrando múltiples significaciones. Así para las culturas más antiguas es símbolo de fecundidad, abundancia y buena suerte por su enorme capacidad de reproducción; para el cristianismo posee un significado espiritual, de relación entre el cielo y la tierra; en cambio, para la cultura occidental contemporánea (por ejemplo, para el Surrealismo y el Psicoanálisis) el pez es símbolo del inconsciente pues habita en lo oculto de las profundidades, además de tener referencias eróticas y fálicas que tienen que ver con el mundo de los deseos y los instintos. En definitiva, esperamos que esta muestra ofrezca al espectador una suerte de equilibrio para la contemplación estética, la expresión plástica y la reflexión ética, dejando siempre la puerta abierta para la proyección emocional y subjetiva. Nosotros, al menos, ya hemos encontrado satisfacción en el propio empeño.

Esteban Doncel y Manuela Malia (artistas plásticos).